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La innovación siempre se ha considerado como un valor diferencial que impulsa y desarrolla exponencialmente a las diferentes industrias para que se destaquen y generen nuevos productos que antes no hubieran sido pensados, tal vez ni siquiera eran posibles. Gracias a los avances tecnológicos, científicos e industriales, la fuerza innovadora descomunal que ha potencializado a China, ha hecho que otras economías la tomen como ejemplo para aplicación del modelo con objetivo de buscar crecimiento financiero.
Desde hace más de una década, los cinco continentes vieron el aumento de turistas chinos visitando el mundo entero y capturando la gran mayoría de lugares con sus cámaras fotográficas. Sin embargo, uno de los indicios que se presenciaba a mayor profundidad, era la cantidad de chinos inversionistas en busca de proyectos e inversiones que les permitieran abarcar un mayor mercado en diferentes sectores.
China es un país reconocido a nivel mundial como el experto en imitación o espías industriales, en donde diferentes directores y empleados de plantas maquiladores acoplaban los conocimientos de fabricación y manufacturación para luego hacer sus propias copias y venderlas a precios más económicos que los de las marcas oficiales. No obstante, este país decidió pasar de “hecho en China” a “creado en China”, en donde, por supuesto, la innovación vino a desempeñar un rol fundamental y determinante.
Hace ya algunos años, este país que estaba siendo catalogado de forma no tan favorable, empezó a desarrollar tecnología de toda índole con un potencial innovador que llamó la atención de todas las industrias del mundo. Este, dispuso de los consorcios extranjeros de mano de obra barata y los puso en función de las empresas chinas, principalmente de las entidades tanto digitales, como de tecnología inteligente.
Unos de los grandes ejemplos de innovación en tecnología y ciencia: la primera clonación de macacos del mundo; envió el primer satélite cuántico del mundo e hizo experimentos a escala especial; en términos tecnológicos, creó los supercomputadores más rápidos del planeta, Sunway, TaihuLight y Tianhe-2; entre otros grandes aportes a la industria. Tanto así que el mismo primer ministro ha explicado ante medios de comunicación que la intención del Gobierno es “encender el impulso innovador de cientos de millones de personas”, por lo que el apoyo financiero de parte del Estado ha sido absoluto.
Más allá de la innovación, otras de las claves empresariales que favorecen el sector económico, se ha basado en adaptar las creaciones tecnológicas de acuerdo a las necesidades concretas de los seres humanos.
De acuerdo con el Índice Global de Innovación, en 2017 China ya había ascendido tres puestos arriba para posicionarse en el número 22ª de la lista de las naciones más innovadoras, y ahora está entre las 20 primeras a nivel mundial. Desde que se lanzó la iniciativa llamada “Hecho en China 2025” en el 2013, se han encargado de desafiar el dominio del mercado de los países industriales como Japón, Alemania y Estados Unidos, con la premisa inicial de innovación, el cual ha servido también para otros países.
En el país del dragón, el motor económico es su constante innovación, liquidez, presencia en diferentes países del mundo y ser un gobierno ambicioso con deseos de renovarse constantemente. Lo más importante ha sido la esperanza que guarda en el futuro de los jóvenes y la forma en cómo, desde pequeños, son criados para ser personas independientes, emprendedoras y creativas. El éxito de hoy es el reflejo del ayer.